Homilía en la Misa de oración por las elecciones
Queridos Hermanos y Hermanas
En la primera lectura del libro de la Sabiduría encontramos uno de los pensamientos más bellos sobre la sabiduría. Somos iguales todos los hombres, la sabiduría, don de Dios que se consigue con la humilde oración es también tarea humana, una opción por encima de todo poder, riqueza, salud o belleza. La sabiduría supera todos estos valores, si bien importantes, se supeditan al mayor bien. La sabiduría nos hace divinos a los hombres. Con ella, se aprende a discernir lo que vale y lo que no vale. Las personas sin sabiduría prefieren el oro, la plata, las piedras preciosas, el dinero y el poder. Pero, quien elige la sabiduría aprenderá un sentido distinto de la vida y de la muerte, del dolor y del hambre, del sufrimiento y de la desesperación. Con ella vienen riquezas, valores, toda una cultura de vida que no se pueden comprar con todo el oro del mundo. Porque la verdadera sabiduría enseña a tener y a vivir con dignidad.
En el Evangelio escuchamos la historia del joven rico, este hombre está preocupado sobre "lo que tiene que hacer" para "heredar" la vida eterna. Pregunta a Jesús: ¿Cuál es camino, la conducta que debo seguir para llegar a la vida eterna? La respuesta recae sobre los mandamientos de Dios, dada por el mismo joven rico. Los mandamientos tienen el carácter social, pues se refieren a la relación con los demás, al amor al prójimo. El joven rico ha cumplido todo esto, pero su corazón aún está inquieto, le falta algún valor imprescindible. Jesús, con la mirada amorosa sobre el joven cumplidor de la voluntad de Dios, le sacude y le inquieta diciéndole: "te falta una cosa: ve, vende lo que tienes, y dalo a los pobres", así tendrás un tesoro en el cielo. Luego, "ven y sígueme".
Seguir a Jesús exige renuncia y es siempre respuesta de amor a Él. Renuncia significa poner a Jesús por encima de toda cosa material, más allá de los ídolos del dinero, del placer o del poder. Para subrayar lo imprescindible, se trata de conocer y amar a Jesucristo, el verdadero hombre y el verdadero Dios, el valor supremo de la fe y de la esperanza. Pero, la falta de renuncia por parte del joven rico provocó en él una inmensa tristeza. Es la tristeza de quienes lo tienen todo, pero su corazón está vacío. Llevan una vida encerrados en sí, insensibles al dolor y al sufrimiento de la gente y por tanto insensibles ante la misericordia de Dios. Por eso, debemos rezar por su conversión.
La fe y el amor a Jesucristo es reconocimiento de su presencia real y concreta entre nosotros. Es reconocer que Jesucristo está entre nosotros vivo, aquí y ahora, con nosotros y en nosotros. Él actúa, es una realidad presente.
Y la fe en Jesucristo, la experiencia que tenemos de su presencia viva en el día a día, nos abre al mundo, nos hace interesar por todas las cosas de la vida, por toda la realidad: por la economía, la ecología, la política. Porque la fe tiene que ver con todo lo que vivimos; nada queda fuera de la luz de la fe. La búsqueda del joven rico está más que claro. Busca una cultura de la vida para siempre, vida eterna que comienza ya aquí y ahora y se abre al futuro de Dios.
Y hoy nos encontramos en una jornada electoral de Putica- Ayacucho ,Es una jornada política y la fe tiene que ver con la política también. En esta eucaristía estamos rezando por las elecciones municipales, que sean triunfadoras las personas de bien y de amor patrio.